El Dr. Edward Bach hace un importante descubrimiento personal antes de la creación de su sistema floral: lee por primera vez la obra fundamental de Samuel Hahnemann, Órganon de la medicina racional (1810), y comprende que el "arte de curar" del padre de la Homeopatía es afín a sus propias ideas al respecto. Ya en 1927, refiriéndose a las vacunas orales que él mismo preparaba para tratar la toxemia intestinal, decía: "...quiero destacar que los resultados son tan buenos y aún mejores con las preparaciones potenciadas, tal como lo hace la homeopatía". La dinamización o potenciación homeopática de los remedios florales ya era practicada por médicos homeópatas de Nueva York, en la década del ´30 (s. XX), al igual que por algunos miembros del Instituto Hahnemanniano de Londres. "¿Por qué no hacerlo nosotros también.. ?" , se plantea la autora de este libro, en el Prólogo. Entonces... ¿qué aporta de nuevo sobre el tema, de modo tan ameno y coloquial? En primer lugar, ese autodesafío, y luego -basada en sus investigaciones y en su propia práctica terapéutica- una convicción: la dinamización de los florales implica un gran beneficio para los pacientes. En segundo, un pormenorizado diagnóstico diferencial por flores (que incluye hasta relaciones astrológicas), tanto para adultos como para niños, más una casuística (propia y ajena). Por último, un repertorio de síntomas de gran utilidad no sólo para terapeutas, sino también para todo aquel que se interese en esta medicina natural que ayuda a sanar la mente, el cuerpo y el espíritu, y a avanzar en el camino de evolución.